jueves, 19 de enero de 2012

Parte 1: Compañeros.

El sonar de la campana tras las horas de trabajo pulimentando botellas llegaba puntual, como siempre a las 20.00. Luis parsimonioso acababa la botella en la cual se había parado la cinta y se iba a los vestuarios. Se quitaba el mono que luego guardaba en su taquilla y cogía sus pertenencias. No tenía mucho solo una vieja cartera y las llaves de su pequeño piso de las afueras.
Se disponía a salir de los vestuarios cuando oyó que alguien le llamaba.
- ¡Luis!
- ¿Mmm?
- Te estaba buscando. Vamos a ir por unas cervezas al bar de al lado. ¿vienes?
- No, estoy cansado. Otro día quizás.
- ¡Vamos! No seas aburrido, además sabes que siempre se paran allí señoritas que por un módico precio ayudan a pasarlo bien.
- No, de verdad.
- Bueno, al menos ve y díselo a los chicos. Olvidé depurar la máquina y más vale que lo haga, diles que tardaré un rato.
- Vale. Hasta mañana.
Luis se fue. Pensaba en lo mal que sus compañeros hacían al gastar el poco dinero que conseguían en unas cuantas cervezas malas y unas putas baratas. El tenía otros planes para su dinero, no lo malgastaría así. A sus 25 años ya tenía bastante ahorrado y en otros 5 años más de aburrido trabajo podría montar su pequeño negocio. No le apetecía ver a esos estúpidos así que se fue.

Miguel cerró la puerta tras entrar en la fábrica y sonrió. Saco algo del bolsillo mientras andaba, era la cartera de Luis. "Ingenuo" pensó, miró cuanto dinero llevaba y se lo guardo. Tiró la cartera. Fue hacía la máquina en la que trabajaba se puso los guantes y se dispuso a activar el mecanismo de depuración. Era fácil, pero debía de hacerlo con cuidado, sino una gran cantidad de líquidos corrosivos se desparramarían por la fábrica y estropearía toda la maquinaria. Pulsó el botón, pero la máquina no funcionó. "Vaya se a vuelto a atascar" pensó. Se dirigió hacía las válvulas para bombearla manualmente, pero tampoco funcionó.
- ¡Estúpida máquina! ¡Tengo prisa! - Le gritó. Miró a su alrededor y vio el aceite para engrasar las válvulas.
- Joder esto me va a llevar una hora.
Miró la máquina y sin pensarlo dos veces la pateó. Se escuchó un sonido metálico y la máquina empezó a funcionar.
- ¡JA! Así que solo necesitabas que te dieran duro ¿eh nena?. Bueno ¡Vamos de fiesta! No te rompas ¿eh?
Pulsó el botón de apagado automático y se fue. La máquina siguió funcionando soltando en grandes bidones el corrosivo líquido que usaban con las botellas. Pero algo no iba bien, la patada hizo que un tubo se saliera de sitio y el líquido comenzó a derramarse primero poco a poco pero luego cada vez más.

Luis llegó puntual al trabajo. Era un empleado ejemplar. Siempre llegaba a su hora, no se quejaba de nada solo trabajaba y se iba. Aparcó su bicicleta donde siempre, amarrada a una farola y se dirigió a la entrada. Le llamó la atención ver varios coches de policía en la puerta del bar de al lado y que todos sus compañeros estaban en la puerta.
- Hola. ¿Qué ha pasado? - Todos se giraron, coreografiados, y le miraron.
- ¿Que has hecho Luis? - Era Miguel el que le hablaba. - ¿Qué has hecho? ¿Porque has tocado mi máquina?
- ¿Qué? Acabo de llegar.
- Apártense, apártense. ¿Es usted Luis Alonso? - Un policía se dirigió hacia el desde la fábrica.
- Si, soy yo.
- Acompáñeme entonces - Cogió a Luis del brazo y lo llevó dentro.

Le llevaron a la oficina del director de la fábrica. Allí estaba Tomás, el director, y dos policías más.
- Siente Luis - le dijo el director - podría usted explicarme que hacía anoche en la fábrica - le interpeló.
- Anoche no estuve aquí señor director. Acabe la jornada y me fui.
- ¿Si? Pues he de informarle que anoche hubo un escape en la máquina de líquidos y por ello han sido destrozadas varias de nuestras otras máquinas.
- No se nada de eso.
- Bien, Luis si usted no estuvo en la fábrica ¿Qué hacía esto aquí?- intervino el policía mostrando su cartera.
- Pensé que la había olvidado en mi taquilla.
- No Luis - era el director quien hablaba ahora - estaba en el suelo fuera de su zona de trabajo, cerca de la máquina.
- No pasé por esa zona en todo el día.
- Resultaría extraño en usted, si, pero hemos interrogado a otros de los empleados y ninguno estuvo allí tras la jornada usted fue el último en salir según todos.
- Recuerdo que Miguel fue a arreglar la máquina...
- Si ya nos ha contado - le interrumpió el director - Le pidió que fuera a avisar a sus compañeros mientras el lo hacía, pero nadie le vio por allí.
- Simplemente me fui.
- Nadie le vio irse y Miguel estuvo toda la noche en el prostíbulo. Hay testigos.
- Pero ¿Qué interés tendría yo en estropear la máquina? - Empezaba a sudar, parecía que ya estaban convencidos de su culpabilidad.
- ¿Que hacía su cartera allí entonces? ¡Responda! - Le presionó el policía.
- He dicho que lo sé.
- Bueno Luis. no tenemos manera de saber que pasó, pero ante los hechos y que es usted quién tiene más indicios de haber estado allí y debido a la cuantía de los daños queda usted despedido.
- ¿¡Qué?! ¡Pero yo no he estado allí! ¡No he hecho nada!
- No hay más que hablar. Retírese. 

Luis salió de la fábrica muy alterado.
- ¡Eh! ¿Luis que ha pasado? ¿Qué has hecho? - Era Miguel.
- ¿Qué? ¡Hijo de puta! - le gritó y acto seguido le golpeó en la cara partiendole la nariz. Todos se abalanzaron sobre Miguel y comenzaron a lanzar improperios contra Luis. Se giró y salió corriendo, no quería que le vieran llorar. Ahí quedaban sus esperanzas después de esto sería difícil encontrar otro trabajo. Todo era un error un maldito error.

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